jueves, 28 de abril de 2011

No me pise, no me pise...

  "No me pise, no me pise, seré bueno, seré bueno..."

  Con esta frase tan tonta me salió Fopo esta mañana y me hizo recordar mis buenos tiempos roleros. Hace mucho, mucho tiempo, en una época muy lejana, hicimos una partida en la que yo era el máster. Y entonces...

Típica partida de rol
  Fue una tarde de sábado en la que estábamos bastante aburridos. Habíamos quedado para jugar a rol y el máster no se presentó. Estábamos Darwon y parte del que -más tarde- sería el club de juegos "Bargame" (por el juego de palabras de War game), que se disolvería al cabo de un tiempo: Darwon, Miguel, Nacho y yo. Esa tarde, como no se presentó el máster, ya estábamos aburriendo y pensando a qué jugar, cuando preguntaron quién se atrevía a hacer de máster en una partida. 

  Ni corto ni perezoso, yo me puse como voluntario y les dije que me dieran cinco minutos para prepararla. Y me sobraron 3. Historia mega-hiper-ultra-super cutre-salchichera, pero que gustó un montón, porque todavía nos acordamos de ella y nos partimos de risa recordándola. Y, cuando se la conté a Fopo, no podía dejar de llorar de la risa.

La aventura

El paladín
  Empezó con un ladrón (Darwon), que intentaba robar algo de comida en un pequeño pueblo. Sin embargo, un paladín (Miguel) que pasaba por allí (los paladines son figuras del bien absoluto que no pueden hacer nunca nada malo y reprenden y castigan todo el mal que pueda hacerse) lo vió y empezó a perseguirle. Tras una alocada carrera entre el paladín y el ladrón volcando puestos, apartando a personas y corriendo como locos, el pícaro se cansó y el luchador de la justicia pudo cogerle, para decirle... "eso está maaaal. No se haaace. Caca. Hala, devuélvelo a la tienda y pórtate bieeeen. Hay que ser bueeenooss".

El ladrón
  La sorpresa inicial de Darwon (que creía que el paladín le iba a machacar con su espada) dió paso al estupor y, acto seguido, a hilarantes carcajadas de todos los jugadores. Tras eso, el ladrón se unió al paladín. A estos, llegó un mago preguntando si había por ahí alguien con ansias de aventuras y, tras hablar un rato, se unió a ellos también.Como iban en busca de aventuras, los aldeanos les dijeron que cerca del pueblo había un bosque con una torre de un mago malvado y al cual tenían todos miedo. Así que, decidieron aprovisionarse de armas y objetos mágicos.

  Mientras el paladín iba a comprar por su lado, el ladrón y el mago fueron a hacer de las suyas a una tienda de magia. Entraron en la tienda y el ladrón -como era de esperar- se puso a robar todo lo que podía mientras el mago distraía a los dependientes. Sin embargo, les pillaron y, para darles un escarmiento, a Darwon le transformaron en cerdo, mientras le aplicaban un conjuro de lentitud, y a Nacho le redujeron a 1/60 de tamaño, mientras intentaban pisarlo.

El mago
  Imaginaos la escena: un cerdo corriendo a cámara lenta, mientras decía "oooooooiiiiiiiinnnnnnnkkkkk" (muy lento) y un enanito bajo un pié gritando con voz muy chillona: "no me pise, no me pise, seré bueno, seré bueno". Darwon no podía casi ni decir "oooiinnkk" con la risa que tenía encima y Nacho con el "no me pise, no me pise, seré bueno, seré bueno" ya era el summum de la hilaridad. Tras diez minutos si poder parar de llorar e incluso ahogándonos de la risa, por fin, pude volver a retomar la partida con el cerdo y el enano.

¡¡¡Ooooiiinnnnkkk!!!
  La verdad es que habían hecho tan bien lo del cerdo y el enano, que me dieron pena y resolví volverles a su estado anterior. Tras eso, en un descuido, mataron a los dos dependientes y saquearon la tienda. En fin... ¬¬'

  Cuando se reunieron con el paladín, llevaban un saco enorme de objetos mágicos, pociones, armas, etc, mientras que el paladín sólo había conseguido un arma y un caballo. Pagando, claro. Y se dirigieron al bosque, al encuentro del mago malvado para matarlo y liberar al pueblo del yugo tiránico que éste ejercía y que acababa con la libertad individual de cada individuo y bla, bli, blu, blu.

El bosque

Los esqueletos
  Llegar al bosque fue tarea fácil. Lo complicado fue cuando se encontraron con la oposición: los esbirros del mago. Estos secuaces no eran otra cosa que esqueletos y trolls. Puesto que los esqueletos temían al paladín, no tenían mucho problema, pero los trolls, al regenerarse tras hacerles cualquier herida, eran otro cantar.

Troll
  Así, fueron al bosque y, con los objetos mágicos birlados de la tienda de magia, se dispusieron a hacer frente a los bichos del malvado mago. Una de las cosas que llevaban eran tres capas de polimorfización, que cambiaba la forma de aquel sobre quien se ponía. Así que, con el paladín ahuyentando a los esqueletos, empezaron a poner la capa sobre los trolls y a transformarlos en ardillas, hormigas, gatos y demás bichos que, al pisarlos y demás, regeneraban. Incluso uno se transformó en un búho. 

Antes y después de la capa...
  Darwon disparó una flecha al búho para alcanzarlo con tan buena fortuna (sacó un 20 en un dado de 20, lo que significa que consigue su propósito de sobra y, además, consigue un extra) que dió al dichoso búho y, al caer atravesado por la flecha, se clavó en la cabeza de un esqueleto. El esqueleto, al ver al paladín, salió corriendo con el búho clavado en la cabeza y diciendo "¡¡Uuhh, Uuuuhh!!".

  (Llegados a este punto, ya nadie podía articular palabra alguna, excepto gemidos ahogados al intentar respirar entre carcajada y carcajada).

¡¡Uuhh, Uuhh!!
  Una vez pasada la oposición de los trolls y los esqueletos, nuestros "héroes" se encaminaron a la torre, mientras un esqueleto corría aleatoriamente con un búho clavado a la cabeza diciendo "¡¡uuhh, uuuhh!!". Tras llegar a la torre, se enfrentaron al mago, venciéndole con una varita de lentitud y la capa de polimorfización, con lo que le convirtieron en una ardilla que salió corriendo... lentameeennnteeee, debido a la capa de polimorfización. 


La torre del mago maloso
  Y llegó la hora de repartir el tesoro de la torre. A Miguel no se le ocurrió otra cosa más que dedicarse a beberse todas las pociones que pilló por allí y empezó a ponerse gordo y delgado a la vez, alto y bajo, convirtiéndose en rana, paladín, sapo, paladín, caballo, paladín, etc, durante un rato. A esto, los demás empezaron a saquear todo el tesoro y, cuando el paladín dejó de transformarse, empezó a orinar como un descosido y, como nadie le dejaba coger nada, se dedicó a miccionar los libros de conjuros, pergaminos, y demás objetos de papel, con la consiguiente algarabía de sus compañeros ("¡¡Guarro, ¿qué haces? Te vamos a cortar la piiiii!!").

  Tras el reparto del botín y las risas variadas, tocaba despedirse con un "eso es todo, amigos", y cachondeo repasando la partida. Tanto gustó, que todo el mundo se acuerda hasta el día de hoy. Y estoy pensando... ¿haré algún día segunda parte?

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