domingo, 12 de enero de 2014

Los perritos del IKEA


   Ayer fui a IKEA a mirar un poco todo el género que tienen, que, como es poco, sólo se tardan unas seis horas dando vueltas por la dichosa tienda sueca, viendo nombres como Flusfleshöffen, Verdestragën y cosas así, que tienes que mirar las etiquetas dos veces para saber si lo que describe el producto es un sofá o una dieta de adelgazamiento. Eso sí, se tardan unas seis horas dando vueltas, si no te pierdes. Si consigues perderte -cosa bastante sencilla, por otra parte-, puedes pasarte un día entero dando vueltas por ahí, mientras tus familiares llaman a la policía para ver dónde narices te has metido.

   Total, que, después de seis largas horas de paseo viendo salones, sillones, sofás cama, cocinas, armarios, cocinas, sofás cama -¡¡ya me he vuelto a liar. Otra vez a dar la vuelta!!-, cocinas, armarios, comedores, baños completos, casas completas, baños completos, comedores, armarios, cocinas -¡¡que al niño le ha entrado hambre, hay que ir al restarurante a comer albondigas!!- y llegamos al restaurante ya con cara de mala baba, compramos las albóndigas dichosas y, después de comer junto a otras trescientas mil personas que comen lo mismo que tú, servirte cuatro cafés en un vaso de refresco de relleno gratis (que, previamente hemos rellenado unas treinta veces), otra vez a visitar las cocinas, los armarios, los comedores, los baños, las casas completas, las estanterías, etc... y acabas OTRA VEZ en el restaurante dichoso.

    Tras tirarnos repetidamente de los pelos y quedarnos como Homer Simpson de calvos, una amable señorita que pasaba por allí nos dice que esa es la planta de abajo y que hay que pasar por toda la planta para salir a la calle. Otras tres o cuatro horas entre platos, vasos, tazas, toallas, cortinas, bombillas y, tras una larga lista de cosas, llegamos a la zona de jardín, donde, por fin, está el almacén y podemos coger los bultos e ir a pagar.

    Bueno, a lo que iba desde el principio, que me he enrollado ligeramente: que vamos a tomar una merienda de un perrito caliente y un helado. Cuando vamos a ir a pedir, la parienta me dice que, como somos socios (que no sucios), que nos dan un café gratis con una berlina. Así que ahora pediremos dos cafés con dos berlinas de la oferta de socios, dos perritos calientes con todo, un helado y un muffin de arándanos. Tras repetirlo varias veces y estar seguro de que nos lo sabemos, llegamos ante la señorita que atiende y le hacemos el pedido:

    - Buenas tardes, señorita: quería pedirle dos perritos sucios en una berlina, dos cafés con arádanos, un muffin con todo y un helado.

    La cara de la señorita se altera ligeramente para preguntar: -¿Lo cualo?

    A lo que piensas: "joé, ya la he liado". A ver, que me centre: dos berlinas sucias con perritos, un helado de muffin, un arándano caliente con todo y un café.

    La señorita empieza a mirarte con cara de mala baba y ya te dice con cierto retintín que debes haberte equivocado. Otra vez, vamos a intentarlo:

   - Dos cafés con helado, una berlina de muffin, dos cafés con perritos y una oferta con todo. No, no, espera, dos perritos helados, una berlina con todo, un helado con oferta y un muffin de café. Eh... no, eso tampoco...

    A todo esto, la gente se arremolina a tu alrededor y se empiezan a reír, tu esposa llega y te arrea tres bolsazos mientras te dice que eres un inútil, que eres un patazas, que bla, bla, bla, y que lo único que quería eran dos cafés gratis con dos berlinas, dos perritos calientes con todo, un helado y un muffin de arándanos. A todo esto, un sudor frío te recorre todo el cuerpo mientras todo el mundo sigue riéndose a tu alrededor y te das cuenta de que estás en paños menores. La sensación de vergüenza es brutal y entonces...

   ... te despiertas, miras a tu alrededor y suspiras aliviado porque estás en tu habitación. Hasta que entra tu mujer y te dice:

     - Cariño, tenemos que ir al IKEA esta mañana, porque tengo que comprar unas cosas y, a la salida, nos tomamos un café y un perrito.

     ¡¡Tierra, trágame!! ^_^UUU

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