lunes, 9 de julio de 2012

LOS RElatOS DE LA Web DEL PenCO (I)

LOS RElatOS DE LA Web DEL PenCO

La Flor del Jardín

     Hace quinientos años, una joven india llamada Devi vivía en las montañas, lejos de la civilización, en una casa enorme, junto a su familia. La casa en la que vivía tenía un jardín grandioso, lleno de todo tipo de plantas y árboles exóticos. Algunas veces, Devi y sus amigas iban al jardín a jugar al escondite, a estar por allí contemplando el correr de las nubes o las puestas de sol o bien a merendar mientras disfrutaban del paisaje. Por lo general, Devi, cuando no estaban sus amigas, gustaba de leer en aquel jardín, bajo los árboles, oyendo el viento susurrar entre las hojas y viendo cómo la luz del atardecer moría entre bellas nubes rojizas.

     Había en el jardín árboles preciosos, muy altos y grandes, aunque a Devi le gustaba uno en concreto, que era su favorito. Este árbol concreto era más alto que los demás y mucho más bonito, con unas largas ramas marrones que la cobijaban de los hirientes rayos del sol y unas hojas grandes y verdes que dejaban escapar suspiros que a Devi le encantaba oir, cuando el viento pasaba entre ellas. Devi miraba a los pájaros que anidaban en el árbol, oía sus gorjeos de felicidad y regocijo y también escuchaba el susurro del viento, que tan acogedor le parecía. Sin embargo, aquel árbol nunca daba flores.

     Cada año, todos los árboles estaban muy floridos, pero el árbol favorito de Devi no daba nada. Cada año, Devi esperaba con impaciencia que todos los árboles estuviesen floridos y deseaba en su fuero interno que aquel árbol, su favorito, le diese una flor. Pero no había flores en su árbol y esto la ponía triste. Sin embargo, nunca perdía la esperanza y cada año volvía al jardín por aquella época para ver si su árbol había dado alguna flor y cada año quedaba triste al no haber ninguna.
Devi vivió en la misma casa durante ochenta años y cada año seguía el mismo ritual. Ahora ya era una venerable anciana, pero, aún así, cada tarde se adentraba en el jardín para visitar a su árbol y cada tarde buscaba una flor, pero nunca la encontraba.

     Una tarde, llegó al árbol. Cerca de la copa del árbol, de su árbol favorito, del árbol que nunca había dado flor alguna, vió una flor preciosa, de color rosa y amarillo, como una explosión de color, como el color del sol al morir cada atardecer entre las nubes. Era una flor preciosa, la más hermosa que había visto nunca Devi y, por supuesto, la flor más hermosa de todo el jardín. No había una flor más hermosa que aquella en todo el jardín. Devi sonrió y no sólo con su boca, sino también con su corazón. Estaba feliz y radiante. Con la sonrisa en sus labios y en su corazón, volvió a través del jardín, pasando por entre los árboles y las plantas y entró en la casa. La puerta se cerró tras ella.



Devi jamás volvió al jardín.

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