sábado, 16 de enero de 2010

La Tangada del Master

     Hace mucho mucho tiempo, en una casa muy lejana... bueno, en realidad hace varios años, en casa de un amigo, hicimos una partida de rol. Nada en especial, porque en aquel entonces, jugábamos mucho a rol. Sí fue especial, porque era su primera aventura.

     En aquel entonces, El Antonio estaba haciendo la "mili" y, una tarde de aburrimiento, se dedicó a pergreñar su obra maestra: una aventura piojoso-educativa, salida de su mente aburrida-depravada en tan solo veinte minutos. ¿Y qué se le ocurrió al susodicho individuo? Pues nada más y nada menos que hacer una aventura con TODOS los monstruos del Compendio de Monstruos, volúmenes I, II y III.

     Claro, las sospechas empezaron en el mismo momento en el que nos dijo: podéis coger cualquier personaje que queráis. Incluso del compendio de monstruos. Pensamiento inmediato de todos los allí congregados: "¿ein?, ¿comorl? ¿lo qué?" Normalmente, en una partida de rol, coges a los personajes típicos: elfos, humanos, enanos, algún halfling que otro (hobbits, para los que no conozcan el mundo AD&D), y, como mucho, mucho, mucho, un semiorco y ya.

     Bueno, pues yo recuerdo que uno se hizo un bicho (ahora no recuerdo cuál era), que metía unas tortas como panes y yo, para darle vidilla a la partida, me cogí una ninfa que se convertía en minotauro cuando se cabreaba. Algo así como un Hulk en versión femenina. Lo mejor, que a una ninfa sólo con mirarla, te quedas ciego. Si la ves en bolas (como era el caso, pues cascaba toda la ropa al convertirse en minotauro), te mueres directamente. Pues al master le sopló la minga y allí ni se moría nadie ni ná.

     Recuerdo perfectamente que mi bicho hacía de un golpe "solo" 25 puntos de daño seguros. El del otro amigo hacía 42. Y, cuando otros dos se pillaron unos dragones gemelos que hacían 400, nos miramos y dijimos: "vaya mierda de personajes que sólo hacen 25 puntos de daño" (para que os hagáis una idea, los que no conocéis AD&D, lo más que haces normalmente con un personaje promedio son unos 8-10 puntos de daño seguro).

     Bueno, pues al master no se le ocurrió otra gracieta más que ir sacando bichos y bichos y bichos del compendio, cada cual más poderoso. Y un día, oh casualidad, me encontré con Darwon en Akira (una tienda de cómics). Allí íbamos mucho y nos reuníamos de vez en cuando a jugar. Y le comenté lo de la partida y me preguntó si podría llevar a su personaje, un clérigo de nivel 8. Le pregunté al master y me dijo que sí, que podía llevar cualquier personaje que le diera la gana. Hasta ahí, todo bien.

     El día que llega Darwon con su personaje, el master ya nos tenía atacaos por todos los lados y nos saca tres (no uno, ni dos, sino TRES) contempladores (bolas de carne con diez ojos y uno de ellos antimagia) que había modificado para que hicieran 1200 puntos de daño, casi invulnerables, y moviéndose a una velocidad de vértigo. Y, entonces, con cara de cabrón fue a atacar a Darwon.

    La conversación que siguió la transcribo literalmente. Baste decir que, de una sonrisa, a la tercera frase ya eran risitas y, tras unos momentos, carcajadas a todo volumen:

- El Antonio: "Bueno, pues te ataco con el Contemplador y te llevas 1200 puntos de daño directo más 30 dados de 20" (si sale un 20 en todas las tiradas, un total de 600 puntos más).

- Darwon: "lo esquivo"

- E.A: "No puedes, yo me muevo a 200 metros por segundo"

- D: "Ya, y yo a cinco veces la velocidad del sonido".

- E.A (ya "mosqueao"): "Vale, te lo concedo. Ataca tú"

- D: "Ataco y te hago 150.000 puntos de daño"

-E.A (con la boca abierta de par en par): "ottia, pero si mi bicho "sólo" tiene 80.000", No puedes hacer eso, yo llevo un contemplador modificado"

-D: "Ya, y yo llevo al Caballero de Pegaso"

     El Antonio ya con la cara desencajada, los demás riéndonos a carcajada limpia, y el otro ya no tuvo más remedio que claudicar, porque había dicho que podía llevar CUALQUIER personaje que quisiera. Y, claro, como habían estado jugando a "Caballeros del Zodiaco" en plan AD&D, el caballero de Pegaso realmente era un clérigo de nivel 8, pero con una potencia imposible.

     Conclusión: que el master se quedó con dos palmos de narices, le tangamos en la partida, nos reímos durante meses y no volvió a hacer una partida sin saber qué personajes metía. Y, lo más importante, NUNCA MÁS volvió a decir eso de: "tráete un personaje cualquiera, el que te apetezca".

No hay comentarios:

Publicar un comentario