Por eso me ha costado decidirme a hacer otra entrada triste y, a mí, que soy un ferviente admirador de la cultura japonesa y de su modo de vida, me ha afectado profundamente la tragedia que estos días azota el país del sol naciente.
De momento, las cifras oficiales son de casi 7.000 muertos y unos 10.000 desaparecidos. Cifras escalofriantes, ciertamente. Y más para un país industrializado como Japón, donde una parte del país ha sido arrasada y destruida.
El terremoto de 9.0 grados que golpeó Japón durante casi 2 minutos no hizo mucha mella en ellos. No en vano, son el país pionero del mundo en tecnología anti-sísmica. Sin embargo, el maremoto que vino tras él fue lo que los hundió. Un maremoto del que estaban más o menos prevenidos, pero contra el cual no pudieron hacer nada, sino ver impotentes cómo se les echaba encima y les quitaba todo lo que tenían: sus casas, sus posesiones, sus recuerdos, sus vidas.Un terremoto y un maremoto son graves y dolorosos allá donde se produzcan (Chile, Indonesia, Haití...), por la cantidad de muertos, damnificados, heridos y destrozos que deja a su paso. Ante una catástrofe de esta magnitud no se puede hacer nada sino ver impotente cómo los elementos te arrastran. Y, después, rezar por los muertos, desaparecidos, heridos...
Aún así, hay una pequeña luz de esperanza para ellos: parece que, a día de hoy, han conseguido controlar la fuga del reactor. Y los japoneses, con ese espíritu de samurái que tienen, con esa gran entereza y con esa gran visión de futuro, han dicho: "No nos preocupemos. Vamos a levantar Japón. Y nuestros niños, los que ahora son niños, van a hacer un Japón mejor". Esas palabras, ese espíritu me pone los pelos de punta. Los japoneses son unos genios no en copiar cosas, sino en copiarlas y mejorarlas. Van a levantar su país más fuerte y orgulloso que antes. Se van a superar a sí mismos, y van a dar otro ejemplo más de lo que son: un país a admirar.
Si esto hubiera pasado en otra región del mundo, sería un caos total: bocinas, gritos, atropellos, quejas...; y es por ello que me dan envidia. Si pudiera pedir un deseo ahora mismo, pediría ser japonés. Estoy orgulloso de que haya personas que me hagan recuperar la fe en el ser humano y en lo mejor que puede dar se sí mismo ante situaciones semejantes. Mi más ferviente apoyo a Japón, aunque sea lo único que pueda darles. Eso, y mi fe en que se levantarán y serán un país mejor y más bonito, si cabe.
Mis respetos para Japón, 敬意、日本 (Keii, Nippon)
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