sábado, 12 de marzo de 2011

CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS DE LOS GATOS (I)

“Siempre había oído decir que la educación de los gatos es difícil, pero no lo es. El mío me educo en dos días.” Hill Dana, actriz de voz estadounidense (1964-1996).

ROMA

En la Roma Imperial fue donde el gato consiguió su consagración definitiva y era considerado un compañero en la vida y en la muerte. De este período histórico son muchos los nombres propios o con etimología derivada de la palabra “gato”: Felicula, Felicla (gato o gato), Cattus, Cattulus (gato, gatito). De hecho, algunos departamentos del ejército romano usaban como símbolo en sus escudos, figuras de gatos de diferentes colores. Además, en la propia ciudad de Roma se fundó un templo situado donde hoy se encuentra la Iglesia de Santo Stefano del Cacco en Rione Pigna, en la cual se encontró una pequeña estatua de gato que aún hoy se puede ver en una cornisa del Palazzo Grazioli, en Via della Gatta.

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FRANCIA

El cardenal Richelieu (París, 1585-1642), ministro del rey francés Luis XIII, llegó a tener catorce gatos, entre ellos Racan y Perruque, nacidos entre la enorme peluca de un académico, de apellido Racan, quien se puso la peluca con dos gatos dentro y fue a una entrevista con Richelieu. Durante su entrevista, sintió molestias y, al quitársela, descubrió dentro a los dos gatitos y el cardenal los adoptó inmediatemente.

Richelieu fue un enamorado de los gatos, a pesar de que en aquellos tiempos los gatos estaban, en la mentalidad supersticiosa popular, estrechamente relacionados con el mundo de la hechicería. Llegó a tener catorce gatos, que vivían en una habitación vecina a la suya. Siempre quería tener a mano a un gatito, que cuando crecía era reemplazado por otro de pocos días. En su testamento legó una importante suma a los animales y a sus dos cuidadores, además de una casa y provisiones, pese a lo cual no le sobrevivieron durante mucho tiempo, ya que la Guardia Suiza realizó una auténtica carnicería entre ellos.
Entre los gatos del cardenal se contaron Soumise, la favorita; Mounard el fogoso, un felino caprichoso y pendenciero; Gazette; Ludovic el Cruel, gran cazador de ratones; Mimi-Papillon, una gata de angora; Felimare, de aspecto semejante a un tigre; Ludoviska, de origen polaco; Roubis sur l'Ongle, un animal muy pulido que apuraba hasta la última gota de leche de su plato; Serpolet, Pyrame, Thisbe, el negro Lucifer, Racan, Perruque…

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LOS GATOS EN EL MEDIEVO

Una de las razones por las que a los madrileños nos llaman “gatos” es que estando Alfonso VI sitiando la fortaleza musulmana, uno de sus soldados, siguiendo órdenes del monarca, se separó del destacamento y se encaminó a la muralla. Sirviéndose únicamente de su daga empezó a trepar por los muros con tal decisión y rapidez, que el monarca y todos los allí presentes exclamaron: “¡Parece un gato!, ¡Trepa como un gato!, ¡Gato!, ¡!Gato!” Y así todos empezaron a llamarle “gato”. Al llegar a lo alto de la muralla se dirigió corriendo a cambiar la enseña que había por la cristiana. El soldado adoptó desde ese momento el apellido Gato, mientras que el apelativo perduró denominando así a los habitantes de la villa de Madrid, que, desde entonces, son conocidos como “gatos”.

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LOS GATOS Y LA ASTRONOMÍA

En 1798, el astrónomo francés Joseph-Jérôme LeFrançais de Lalande (1732-1807) dio nombre a la constelación Felis (el Gato en latín), situada en los cielos del hemisferio austral. Era un gran amante de estos felinos y puso el nombre de uno de ellos en una constelación, aunando así sus dos amores: los gatos y la astronomía. En 1801 apareció la constelación del Gato por primera vez en un atlas estelar, el de J.E. Bode, y también Angelo Secchi hizo lo propio en 1878, pero luego nadie más volvió a mencionarla, hasta que fue eliminada por la Asamblea General de Astrónomos de 1922 junto con otras 26 constelaciones.
Sin embargo, el gato tiene una mención en el cielo en la forma de dos nebulosas, las cuales están compuestas por nubes de gas y polvo que se iluminan con las estrellas que las componen, y eso les da un aspecto etéreo y casi mágico. Son el lugar donde nacen las estrellas. En la Constelación del Escorpión, y a unos 5.500 años luz de la Tierra, tenemos la Nebulosa de la Huella de Gato, también conocida como Nebulosa del Oso, Zarpa de Gato o NGC 6334, y se llama así por el gran parecido que tiene con la huella de un gato. Por otro lado, tenemos la Nebulosa del Ojo de Gato o NGC 6543, situada a 3.000 años luz en la Constelación del Dragón. Se trata de una nebulosa planetaria. Las nebulosas planetarias reciben ese nombre porque al verlas por un telescopio pequeño tienen aspecto de planetas evanescentes.

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